"Los Lobos"

De izquierda a derecha.

Fila superior:
Miguel Urra, Victor Fernandez, Carlos Garcia, Pablo Blanco, Pedro Pablo Zorzi, Angel Martinez, Dani Patanegra, Pedro Perico, Jesulón, Manolo Olivan, Miguel Tamayo, Luis Ceni, Igor Jabuguillo, Emilio Fumetas, Paco Clavijo.

Fila inferior:
Oscar Enreda, Carlos Morito, Anselmo Ferrer, Angel Cudi, Virginia Pink Rosita, Marieta Piruleta, Anabel Lobita, Rubi Ruben, Karmany, Javier Martinez Aleson, Javi Frederick Moncassen, Santi P., Jose Kaiku, Angel Riojitas.


jueves, 26 de julio de 2012

La Indurain

Mi Indurain con Perico

Lo peor de retomar este deporte tras un largo
parón, es creer que puedes exigirle a tu cuerpo los esfuerzos que
hacías antes de dejarlo cuando en las piernas estas con solo dos meses
de pedaleo. Eso me pasó a mí, en una de las típicas salidas con la
solera por tierras navarras. Las reservas se acabaron y aquel día me
quede del grupo en un terreno prácticamente llano. Fue entonces cuando
de ese grupo dieron la vuelta Santi y Pedro, me arroparon, me animaron
y me empujaron moralmente. Y fue en ese momento, al cobijo de estas dos
figuras, cuando el gran Perico, se hacerla a mi y me ofrece un gel. Eso
fue lo primero que hablamos. Se dirigió a mí para ofrecerme toda la
ayuda que podía ofrecerme en ese momento. Acepte el Gel y a
continuación me dio unas sencillas instrucciones para después de
tomármelo. "-Cuando te lo tomes bebe agua." Este es Perico, ofreciendo
lo mejor de el mismo en cada momento.
La mañana estaba
meteorológicamente rara, alguna nube amenazaba con mojarnos aunque sea
tímidamente, y aunque la temperatura era algo superior a la de la
semana pasada en las lagunas de Neila, no por eso sobraban los
manguitos. Quedamos a las 8:10 y a esa hora hora puntuales, aparecen
los tres mosqueteros a buscarme. Virginia, Paco, y Pedro. Terminamos
algún pequeño detalle y tranquilamente nos vamos acercando hacia la
salida. Virginia y Paco van a hacer la corta mientras que Pedro y yo
haremos la larga. El amor no falta en las despedidas de los enamorados
y tras un encendido beso de los tortolitos, Pedro y yo nos vamos a
coger sitio en la salida de la larga. Por delante nos esperan cinco
puertos y 186 kilómetros. Miguel Indurain está en la marcha y agradece
la asistencia de todos.
Salimos con el zumbido típico de los chips al
pasar por la alfombra "roja". Los primeros kilómetros veloces,
nerviosos, manteniendo la calma y prestando mucha atención a los
frenazos, o caídas que puedan surgir. Cuando dejamos la nacional la
carretera empieza a picar un poco para arriba pero el ritmo sigue
siendo bueno. En estas pruebas tengo una habilidad oculta: todo el
mundo me adelanta y cuando quiero darme cuenta, voy el último jeje...
No se como lo hago, pero siempre lo consigo, solo veo bicicletas pasar
por todos lados. Salí con Pedro por el medio del grupo, y en unos
pocos kilómetros, no solo ya no veía a mi compañero, sino que por
detrás solo venia la ambulancia... Tiro para arriba y veo que Pedro
sigue por el centro del pelotón, tal cual había salido. Algún día le
tengo que preguntar como cojones lo logra. Bueno, me pongo a su rueda y
hablamos un ratillo. Perico me dice que anda fastidiado. Le duele la
tripa y siente un malestar general por todo el cuerpo he insiste en
explicarme como es la prueba. El ya la ha hecho y no duda en darme
detalles precisos del trazado. Es entonces cuando le digo que no hace
falta, que no le voy a dejar solo y que voy a ir con el toda la marcha.
A nadie se le puede dejar solo en estos momentos, pero a Pedro menos,
para mi no cave la menor duda. !!La haremos juntos!!
Perico es un tío
grande, elegante y con mucha clase en la bicicleta, de estos que cuando
lo ves y no lo conoces piensas: "este anda". Sube a muy buen ritmo,
pero llaneando es una mala bestia, es pura potencia cuando la carretera
se pone llana o con pequeñas pendientes, es de las mejores ruedas que
puedes seguir.
Comienza el primer puerto y la cosa empieza a estirarse,
Pedro sabe sufrir como nadie, pero hoy no era su día. Lo intenta,
sufre, se lo veo en la cara, lo da todo, pero hoy no va fino, se corta
del grupo delantero entre un rosario de ciclistas, mientras yo también
sufro, por otros motivos pero sufro. Tenia muy buenas patas, y muy
buenas sensaciones y estaba viendo como el grupo se alejaba cada vez
más, pero mi decisión había sido tomada. La haría con Pedro.
Arghhhhh
Pedro no podía, lo estaba dando todo, pero no podía más. Ese fue el
momento que peor lo pase. Por un lado no se me ocurriría dejar a un
amigo solo en tales condiciones, por otro lado voy bien, pero no puedo
ir en el grupo de cabeza. Seguimos para arriba, Belate tiene diez
kilómetros y subimos a un buen ritmo. Pedro sufre y sufre y empezamos a
adelantar a gente. Coronamos juntos y nos tiramos para abajo intentado
hacer grupeta antes del segundo puerto. Y entonces aparece la bestia
para poner orden entre los que estamos. Ponerse a rueda de Pedro es un
sufrimiento para un tío como yo, apenas le puedo dar dos relevos
mientras el se encarga de hacer todo el trabajo adelanta a varios
ciclistas que abrumados ante semejante despliegue de fuerza no les
queda mas remedio que, como yo, ponerse también a rueda y dejar solo a
este extraterrestre. Consigue Pedro hacer una grupeta de unos treinta
que a la postre seria la buena hasta el final de la marcha. Buen
ambiente y buena gente. Dos con los que habíamos coincidido en la
vuelta a La Rioja, Javi y Edu, desde aqui un saludo.
Comienza
Egozkue, un puerto suavecillo con los dos últimos kilómetros un poco
más durillos y lo tengo claro, hay que apostar por esa grupeta sin
tener que jugarnos una caída en la bajada, así que me pongo a tirar a
un ritmo que le permita ir cómodo a mi amigo Pedro y trato de convencer
a los pocos que lo quieren cambiar de que es mejor mantener la grupeta
hasta arriba que lanzarnos luego como locos todos para abajo para
volver a hacerla. Todo ok. Gente majísima hacemos grupeta en las
subidas y así tenemos bajadas tranquilas. Pedro esta mejor, me dice que
ha mejorado y que tiene buenas sensaciones. Así transcurre el puerto de
Arteseaga y el Alto de Ziga, tranquilos, comiendo e hidratándonos bien
para no tener un susto en los últimos kilómetros.
Pero no todo iba a
ser un camino de rosas hasta el final. A la segunda vez que subimos
Belate veo que Pedro se queda del grupo. No puede, no va, cara de
absoluto sufrimiento, le animo como puedo, pero no hay palabras de
apoyo para Pedro. La segunda subida a Belate le vuelve a hacer sufrir
más si cave que la primera. Me quedo con el y nuestra grupeta esta a la
agónica distancia de 50 metros y se alejan lenta pero constantemente.
Llevamos cuatro kilómetros de ascensión y hablando entre los dos
tomamos una decisión. Tendría mis seis kilómetros de gloria... Pedro me
da su bidón vacío, me lo meto en el mallot y comienzo a subir como una
exhalación. En un momento cojo al grupo y lo paso como un rayo. Estoy
gozando, quiero aprovechar esos kilómetros de "libertad" y vaya si lo
hago. Cuando llego a la cabecera del grupo explico al que va tirando la
situación -El avituallamiento esta arriba y voy a subir a por agua
para mi compañero para que así el no tenga que parar. Alguno no lo
entiende y quieren seguirme, pero no tardan mucho en reventar y aflojar
la marcha, mientras yo sigo gozando, exprimiéndome y subiendo fácil.
Cuando llego arriba lleno los bidones de agua, y a esperar al gran
Pedro, el cual no tarda mucho en aparecer, pero descolgado del grupo en
torno a un minuto. Da igual, con Pedro da igual, Vuelve a hacer otra
demostración de las suyas de fuerza y potencia y conseguimos enlazar en
una bajada magistral. En el llano hay momentos en que sigo su rueda a
duras penas, y otra vez apenas la puedo ayudar con un par de relevos
mal dados. Pero bien, ya está, solo queda Orokieta y estamos en la
grupeta en la que tenemos que estar.
Orokieta lo pasamos sin pena ni
gloria, en las primeras rampas me pongo el primero para mantener el
orden y Pedro lo pasa sin ningún problema ni debilidad. Bien Pedro, una
vez más te has superado a ti mismo y has conseguido reencontrarte tras
tanto sufrimiento. !!BIEN BIEN!!
Los últimos 20 kilómetros son llanos
picando un poco para abajo. Pedro da la cara y tira del grupo mientras
yo me escondo en la zona trasera a la vez que hablo con unos y otros de
lo que ha sido la marcha. En la línea de meta, el típico esprint de los
flipaos, y lo mejor, ver a Virginia y a Paco que nos están esperando.
Ellos han hecho la corta y han llegado juntos, pero Paco la lío en los
últimos kilómetros poniéndose a tirar como un poseso y sacando a la
gente de punto. Paco, el año que viene tienes que hacer la larga, la
corta ya ves que se te queda pequeña. Y que vamos a decir que no
sepamos de Virginia, superándose a si misma día tras día.
Pero el
sufrimiento de Pedro no ha terminado. Esta un poco grogui y apajarado y
solo quiere ir a comer así que nos vamos a comer sin ni siquiera
ducharnos. Luego un heladito y para casa que mañana hay salida con la
solera.

2 comentarios:

  1. Hector, Gracias por hacerme tan protagonista en tu crónica... jeje la verdad es que lo pase´mal y arrastré la gastroenteritis casi toda la semana. ya estoy recuperado por lo que volveré a dar guerra.

    Muchas gracias por ser mi sombra, aguador y niñera durante toda la prueba, sin duda lo hubiera pasado mucho peor de estar sólo.

    Perico

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  2. Gran demostración de compañerismo! Eso es ciclismo!
    Hector que buena gente.
    Pedro... que mas voy a decir.

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